Transmorucha 2019, el summum (#TMBBT2019 #TM2019)




Primer fin de semana de junio. Llegó uno de los momentos más esperados del año para los amantes del cicloturismo, de la naturaleza, del deporte social... Uno de esos eventos fruto de la testarudez de la vida. Cabezonería que llaman otros. Seguro que en el mundo han ocurrido muchas cosas, pero para nosotros ella ha sido la principal protagonista de los últimos 4 días: Transmorucha 2019.






Los asiduos a este blog ya saben de qué va este invento, aventura, locura… Está toda lainformación aquí y os la hemos ido contando año tras año desde que comenzamos en 2002. La Transmorucha no se quedó en fenómeno aislado y ha crecido hasta un tamaño descomunal, no en participación sino en amistad, valores, emociones. Y este año, además, se nos ha hecho mayor de edad. ¡18 añitos!








Os cuento en este post algunos datos, que no tienen por qué ser del todo, ni en parte, ciertos. Ya sabéis que, al igual que en otras actividades y avatares de la vida, cada uno vive su propia procesión. Pero como este blog es mío, pues aquí narro, en este caso concreto, parte de mi visión, mi opinión. Aunque ya sabéis que el hecho de que todo el mundo tenga derecho a expresar una opinión no quiere decir que todas las opiniones sean ciertas, válidas e incluso respetables. Eso sí, el respeto hacia la persona no se pierde. Queda claro que cada uno tiene su opinión y punto de vista.











¡Vaya año seco, seco! Esta ha sido, junto a las ya clásicas muestras y sensaciones de compañerismo y amistad, una de las características de esta Transmorucha. Atrás quedaron las ediciones en las que el agua de algunos ríos que cruzamos nos llegara casi por las rodillas, esos años en los que pedaleábamos durante cientos y cientos de metros por callejas encharcadas, prados embarrados, caminos que más parecían canales de agua… Estos días íbamos levantando polvo como los televisivos caballos del regimiento del Séptimo de Caballería del ejército de los Estados Unidos. Año tras año en nuestra piel de toro estamos observando cómo se reducen significativamente las precipitaciones; estamos sufriendo serios impactos negativos sobre la agricultura y la ganadería, llegará el verano y volveremos a sufrir complicaciones graves de suministro, los problemas medio-ambientales son patentes. Es la evidencia de un problema que tenemos encima y que muchos parece no quieren ver. ¿Cambio climático? Pues llamémoslo cómo queramos, pero lo cierto es que nos está afectando, y también lo hará a nuestros hijos, y a los hijos de nuestros hijos, y los siguientes hijos de los hijos de nuestros hijos seguirán, si no lo remediamos, siendo perjudicados por este problema. Estamos ante una amenaza existencial. Hemos de reaccionar. No sirve solo quejarse o caer en la maledicencia contra gobernantes o grandes industrias. Debemos cambiar algunos hábitos. Es un deber social y moral, de los políticos y de cada uno de nosotros.












Y gracias a que el año venía así, seco, esta edición transmoruchil nos ha ofrecido pocas averías. Como consecuencia en cualquier actividad bien parida a la que se suman otros detalles del azar, o la experiencia y la organización previa, las piezas del rompecabezas han ensartado correctamente para que este año hayamos avanzado más rápido. Hemos podido llegar a tiempo a los lugares de pernocta, los ríos para el baño, los merenderos para comer o cenar… Curioso, porque en la Transmorucha la prisa es relativa, es, como la vida, un bonito viaje que estamos aprendiendo a recorrerlo a un ritmo adecuado, disfrutando de la amistad, de los más mínimos detalles, de los bellos paisajes que atravesamos, de la gente con la que estamos pedaleando y de la familia que se queda en casa y en la que continuamente pensamos…








El estado de amistad, felicidad y satisfacción, ¿cómo se miden? Bueno, realmente tampoco nos importa mucho… Sí es cierto que algunos ingenieros, científicos, etc. están acostumbrados a medirlo todo, a contarlo, pesarlo, cuantificarlo… Probablemente este tipo de mediciones sirvan para conocer los detalles y, dado el caso o la necesidad, mejorar. Pero nosotros no lo medimos, y a igual que la Ciencia evoluciona y se modifica a sí misma, también lo hemos venido haciendo en la Transmorucha. No está cerrada, se define con las necesidades del terreno y de los transmoruchos. Así, hemos sufrido de acciones externas que nos han obligado a variar aspectos que teníamos fijados (recorridos, bares donde comprar víveres o tomar una cerveza, fechas, fuentes donde poder llenar el bidón, horarios…) y, en otros casos, hemos combinado con ilusión otros factores que nos han permitido sonreír más, o durante más tiempo. No os lo vais a creer, pero es una gozada. No lo medimos, pero ya os digo yo que hemos ido mejorando y el disfrute tiene una escala “bíblica". Somos unos privilegiados.





Este año, además, ha sido una edición muy internacional. Siempre pienso en el esfuerzo que a alguien de aquí, de nuestra zona (Tordillos, Malpartida, Macotera, Alaraz, Aldeadávila, Valero, Salamanca, Peñaranda), supone participar en una actividad de este estilo, de 4 días de duración (temas laborales, conciliación familiar, transporte, organización y adaptación a ‘sobrevivir’ durmiendo en el suelo, llevando todo sobre la bicicleta…) Pero me da dolor de cabeza pensar en el sacrificio y esfuerzo que deben hacer personas que vienen, como este año, desde Barbastro, Vitoria, Colmenar Viejo, Talavera de la Reina, Caen (Francia) o Múnich (Alemania). Tremendo. Y es que, si lo has probado, no hay que buscar muchas explicaciones. Una Transmorucha que no se comparte no es Transmorucha. Y nos juntamos para compartir, con respeto, equilibrio y armonía. Una actividad socio-deportiva muy enriquecedora. Porque una persona que tiene mucho (y no me refiero a lo material) pero no lo comparte con nadie, es que no tiene nada. A lo mejor resulta que lo único que tiene es tontería…



La Transmorucha es dura, no nos vamos a engañar. Es una experiencia que nos acerca a rincones preciosos, sorprendentes, pero es durilla. No es para todo el mundo. Es una tunante que amablemente, casi guiñando un ojo de complicidad, nos regala momentos de dureza, como cuando uno se levanta dolorido y soñoliento con el tempranero canto del gallo, cuando parece que llevas las manos entumecidas después de más de 12 horas encima de la bicicleta, cuando sientes el culete plano y te quedan 15 kilómetros de pedregosos caminos, cuando después de comer y con más de 30º debes ponerte a dar pedales para limar el océano de kilómetros bacheados que te separan del lugar de pernocta, cuando te pones de puntillas sobre los pedales para sortear con pericia y solvencia una empinada bajada técnica llena de cantos de todos los tamaños… Pero si os apetece sumergiros en la enormidad del derroche de sufrimiento y felicidad en el que vivimos durante estos días, debierais probar y participar en el vértigo de una Transmorucha. Tenéis un año entero para recomponer vuestro cerebro, analizar los datos del entorno cercano, y entrenar cuerpo y espíritu.





Gracias y enhorabuena a todos los que estuvieron, en persona o en el pensamiento, estoy convencido de que el estado de bienestar generado seguirá vivo durante mucho tiempo en nuestra memoria y en otras de las potencias del alma a las que aludía Santo Tomás de Aquino y otros representantes de la filosofía escolástica.



¡Muuuuuuuuuu…!










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Felicidad (RAE)

Del lat. felicĭtas, -ātis.

1. f. Estado de grata satisfacción espiritual y física.

2. f. Persona, situación, objeto o conjunto de ellos que contribuyen a hacer feliz.

3. f. Ausencia de inconvenientes o tropiezos.



Transmorucho (Lillo)

Persona feliz.

Comentarios

  1. Me alegro que hayáis disfrutado!!
    A pensar en la próxima y a ser felices?!

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  2. ¡Me quito la gorra! Sois unos centauros de la felicidad

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  3. Transmorucho
    1.-persona feliz y emocionada
    2.- persona privilegiada
    3.- el que atrapa sobre una burra mecánica un momento y lo transforma en una sonrisa
    Muuuuuuuuuchas gracias por saber plasmar gran parte de lo que se nos agolpa en la cabeza cuando acabamos otro año mas esta bendita locura. Sed muy felices y a preparar la próxima.

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  4. Desde ARGENTINA los admiro y felicitó por la fortaleza y sacrificio de esta aventura, que tiene su recompensa, los paisajes y compañerismo. Porque puedan seguir teniendo muchas más aventuras.

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  5. Vaya máquinas!
    Aún sin participar, gracias a esas estupendas fotos y palabras uno disfruta sabiendo lo que habéis disfrutado vosotros.
    A por otros 18 años más!!!

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  6. Los kilómetros transmoruchos de este año me dejan con dos recuerdos. El primero, como bien dices querido Lillo, el cambio climático. En nuestra querida Castilla, falta de lluvia. Y un verano seco que se adivina. El segundo, esa España vaciada, nuestros pueblos donde los bares van cerrando. «Negocio que cierra por jubilación no vuelve a abrir» nos dice Pedro. Lo vemos de cerca, llamando al bar que hace un año estaba y ya no está, como nuestra querida morena. Abrir es perder dinero, y cierran. Y no hay bar, y no hay ambiente,y el pueblo se seca, se apaga. Decenas de vecinos, cada vez mayores. Una pena.
    Algo podemos hacer, llevar a nuestros chavales a los pueblos y tratar de que tengan alegría. Me quito la boina ante los que vivís en nuestros pueblos, sois la España llena. No estáis solos, los pueblos son vida. Y es borda que unos locos sobre ruedas agarren las cucharas en un bar de pueblo y den la lata, la lata, la lata...
    Y algo podemos hacer para parar el cambio climático: educar a nuestros hijos. Que ya nos lo piden los viernes en las manifestaciones del «Fridays for future», donde gritan que no quieren heredar un planeta enfermo. Es un asunto grave, les dejamos un planeta herido y eso es una faena. Tenemos que vivir dando ejemplo en temas de medio ambiente. Eliminar el plástico, generar menos basura, comprar productos locales, ahorrar combustibles, pedir a los políticos que sean verdes de verdad y no de boquilla. Es nuestro planeta, y el que les dejamos a nuestros chavales. Educación verde ya.
    Vamos a dar la lata también con eso!

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