Charla y cata ciega de vino (octava edición): La uva, la madre de todo
Llegó una nueva edición de nuestras clásicas y tradicionales
actividades socio-culturales y culinarias salandareñas, ¡ya teníamos ganas!
Nueva actividad de charla y cata ciega de vino, y ya es la
octava edición, que el salandareño y amigo, David Moreno González, Pini, ElRubio, nos prepara. En este caso, con una temática especial: La uva, la madre
de todo.
Como en esta época del año la sede es un congelador, nos
reunimos para desarrollar este evento en la bodega de El mi Juli. Un lugar
mucho más propicio, cálido y acogedor.
En estas catas siempre aprendemos mucho gracias a los
conocimientos que el maestro nos regala en su charla y a las preguntas
posteriores de los asistentes. Además, son un extraordinario evento culinario y
social que nos encanta por la variedad, armonía, contenido, participantes...
En la charla previa El Rubio, para ambientarnos, nos contó
aspectos someros de introducción sobre la cepa, la naturaleza del terreno, el
grado de maduración de la uva, sistemas de vinificación, vinos y países, número
aproximado de variedades de uva que hay en el mundo (¡más de cuatro mil!), etc.,
para centrarse después en la protagonista de esta ponencia: la uva, la madre de
todo.
En la mesa, acompañando un buen número de suculentas tapas y
pinchos variados, teníamos algunos racimos y pudimos realizar un examen visual
del fruto, ir diseccionando en función de las indicaciones de David, etc. Muy
interesantes las características que herméticamente encierra este preciado y
pequeño tesoro. Conocimos sus partes, qué otorga el color al futuro vino, qué
produce el amargor, los azúcares, los taninos, la pulpa, el hollejo, las
pepitas, la maduración de la uva, la recogida, el prensado… Todo esto, y mucho
más, conferirá a la bodega un vino con aspectos cuantitativos y cualitativos
personales, de una calidad u otra, con más o menos valor (organoléptico y
económico), un color-olor-sabor particular, con más o menos astringencia,
aromas, etc.
David es un enamorado de los vinos y antes de la actividad
ya llevábamos unas cuantas semanas dando vueltas a las posibles denominaciones
que debíamos catar, los probables países, variedades de uva… El tío es un
crack. Cuida al milímetro todos y cada uno de los detalles. Él, con su
experiencia y conocimiento de la temática y la comitiva, había elegido las
botellas de entre las muchas que tiene en su oscura bodega de temperatura
constante.
Pini ya traía las correspondientes botellas cariñosamente
elegidas para la ocasión bien envueltas, sin dar señales o pistas. No olvidemos
que es una cata ciega… Y después de la interesante charla ¡vamos con la sugestiva
y siempre admirable fase organoléptica! Procedimos a la degustación de caldos,
esa que comienza por los ojos, en esa fase visual, a través de un primer
vistazo que nos regala información inicial sobre las posibles características
principales del vino. Su limpidez (más o menos transparente o turbio), sus tonos
más anaranjados para vinos más viejos y rojizos para los más jóvenes… David nos
va indicando el amplio muestrario de parámetros que podemos analizar con la
vista y, en función de éstos, qué posibles conclusiones podemos ir sacando de
cada vino: el color y sus aspectos de matiz o tonalidad (cromatismo,
envejecimiento, pH, evolución, etc.), intensidad (fuerza con la que se
transmite la luz, pálido, ligero, débil, denso, etc.) y luminosidad o vivacidad
(luz recibida e irradiada, grado de acidez del vino, capa alta, colores vivos,
apagados, etc.).
Todo un increíble mundo de terminologías, tonos, matices…
con la copa quieta o con un suave movimiento rotatorio… Todo tiene su
explicación, ¡y el vino cambia!, qué curioso…
Y le siguen los detalles de la glicerina, el llorar de la
copa mostrando sin vergüenza un lagrimeo particular (debido, por lo que parece,
al porcentaje de alcohol del vino y a la tensión superficial entre tres
elementos: agua, alcohol y cristal), el de los procesos de oxidación,
fermentación, envejecimiento, y un examen oloroso, en su fase olfativa, y posteriormente
gustativo: aromas tenues, florales, especiados, frutales, si tienen ‘cuerpo
sutil’, ‘estructura rica’, mucho o poco alcohol, generoso o dulce, con o sin
burbujas, con o sin aguja, fresco, ácido, amargo, con o sin roble, con o sin
posos, sabor persistente o no, etc.
Ya sabéis que la cata pone a prueba a los vinos y a los catadores; los vinos son todos extraordinarios, algo que no puedo decir de los catadores, je, je... Y nosotros, simples aficionados, amantes del comer y del beber, a la par de la conversación y el adquirir conocimientos, realizamos estos eventos simplemente para disfrutar y aprender. Después de este examen y análisis sensorial y después de una maravillosa jornada, la clasificación, nuestra clasificación, quedó
así:
1º. El Lince (2016), de Finca El Lince. Jumilla. Monastrell y Shiraz. 14º.
2º. Curioso (2015), de Ponte Lungo. Toscana. Italia. Sangiovese. 14º.
3º. Solo (2016), de Aranleón. Utiel-Requena. Bobal. 14º.
4º. Dark Corner (2017), de Australia. Drinkaware.co.uk. Durif y Shiraz. 8,3º.
Gracias a todos, especialmente a David por transmitirnos su
pasión y conocimiento, a Juli por su acogida y cálida bodega y los aperos, y a
los cocineros y cocineras (¡los pinchos estaban buenísimos!).
-->
Comentarios
Publicar un comentario
Un blog se nutre de los comentarios de sus seguidores. Gracias por aportar el tuyo, que ahora mismo lo recibirá el moderador y lo dará en breve de paso. Que tengas un buen día...