Ultrail La Covatilla 2018 (Béjar, Salamanca)
Un año más, integrantes del Club Salandar estuvieron por tierras bejaranas colaborando en el Ultrail de la Covatilla como voluntarios. Dormimos el viernes, al igual que otros tantos compañeros de la carrera, en el albergue de Peña Negra en el paraje de Llano Alto (Tiempo Libre B.612) y pronto salimos para la zona que nos habían asignado, una de las más técnicas: Las Cascadas de Arroyo Malillo y la fuerte subida hasta la portilla Talamanca y el Tranco del Diablo fue cubierta con profesionalidad por estos magníficos voluntarios que aportaron tranquilidad y seguridad a los corredores.
Esta edición, en cuanto a lo deportivo, contaba con la actitud ganadora de Antonio Dávila, un corredor venido de la comunidad Valencia que ya intentó la gesta el año pasado y que es conocedor de nuestras aventuras. ¡Nos hicimos fotos con los campeones que subieron al cajón...!
Como siempre decimos, el día para estos podencos de montaña, largo (a algunos también los atrapará la noche), transcurre por paisajes inolvidables de montaña, preciosos, pero cuyas veredas o senderos transitan sobre suelos tremendamente variados, inestables, móviles y quebradizos, rebosantes de piedras de todos los tamaños y un buen número de ‘trampas naturales’ que no dan un momento de respiro a los corredores. ¡Siempre en estado de alerta!
Es muy curiosa la dicotomía entre sufrimiento y disfrute, y cómo la respuesta de los corredores es igualmente vibrante, sincera, clara… Sufriendo. Disfrutando. ¡Y sonríen cuando llegan al punto de control!, aunque estén extenuados. ¡Qué grandes! La jugosísima galería de tipos eficazmente pertrechados, entrenados y concienciados nos catapulta, también a los voluntarios y organizadores, a darlo todo por y para estos hombres y mujeres que parecen de otro planeta. ¡Qué fuerza!, física y mental…
Gracias, Sánchez, por las fotos.
¡Enhorabuena a todos!
Esta edición, en cuanto a lo deportivo, contaba con la actitud ganadora de Antonio Dávila, un corredor venido de la comunidad Valencia que ya intentó la gesta el año pasado y que es conocedor de nuestras aventuras. ¡Nos hicimos fotos con los campeones que subieron al cajón...!
Como siempre decimos, el día para estos podencos de montaña, largo (a algunos también los atrapará la noche), transcurre por paisajes inolvidables de montaña, preciosos, pero cuyas veredas o senderos transitan sobre suelos tremendamente variados, inestables, móviles y quebradizos, rebosantes de piedras de todos los tamaños y un buen número de ‘trampas naturales’ que no dan un momento de respiro a los corredores. ¡Siempre en estado de alerta!
Es muy curiosa la dicotomía entre sufrimiento y disfrute, y cómo la respuesta de los corredores es igualmente vibrante, sincera, clara… Sufriendo. Disfrutando. ¡Y sonríen cuando llegan al punto de control!, aunque estén extenuados. ¡Qué grandes! La jugosísima galería de tipos eficazmente pertrechados, entrenados y concienciados nos catapulta, también a los voluntarios y organizadores, a darlo todo por y para estos hombres y mujeres que parecen de otro planeta. ¡Qué fuerza!, física y mental…
Gracias, Sánchez, por las fotos.
¡Enhorabuena a todos!
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