De penitencia en el refugio de Sarradets (Francia, frente a la Brecha de Rolando), Pirineos
Día 19: Refugio de Sarradets (Francia, frente a la Brecha de Rolando), Pirineos
El refugio de Sarradets está construido sobre una plataforma de cemento y hormigón, en un lugar privilegiado que le permite dominar el espectacular circo de Gavarnie. En la zona siempre suele haber nieve, que dura prácticamente todo el año, y es que no debemos olvidar que en esta montaña nieva todos los meses del año, que aún quedan algunos glaciares (desgraciadamente cada vez menos), que estamos prácticamente a 2600 metros de altura, que es el norte del Pirineo… ¡Alta montaña!
Pues efectivamente, según marcaban las previsiones meteorológicas en esta zona del Pirineo francés, la cosa se puso fea… Por la noche estuvo nevando y amaneció un día desapacible a más no poder: temperaturas rondando los cero grados (con sensación térmica que debiera andar sobre los -8, calculo yo), niebla espesa que no te permitía ver más allá de dos-tres metros, fuerte ventisca, nieve o granizo… Vamos, lo justo para salir a andar por estos parajes…
Como consecuencia, decidimos no realizar la etapa prevista y nos quedamos en el refugio.
Se hacen largas las horas en estos lugares y en estas condiciones… Hoy no teníamos bellas vistas, ni marmotas jugueteando, ni aves carroñeras sobrevolando nuestras cabezas, ni tarjetas que gastar haciendo mil fotos… Charlamos sobre unas y otras rutas con los mapas delante, vimos fotografías y revistas con solera, hablamos con gente que subía o bajaba…
Y al mediodía nos sorprendió que entre la espesa niebla fuera llegando una retahíla de jovenzuelos, sin equipo de invierno, adheridos de frío, a la puerta del refugio… ¡Eran los scout que vimos el día anterior!
¡Madre mía! Con la que está cayendo ahí fuera y estos chavales dando tumbos por un lugar como éste… En pantaloncito corto, media bota o deportivos, camiseta de manga corta y un poncho de plástico encima… ¡Con la que está cayendo…!
Entró una monitora con tres muchachas rozando la hipotermia, con las piernas rojas, la cara medio morada, tiritando incontroladamente, mojadas desde la cabeza hasta el dedo gordo del pie… ¿Estamos locos? ¿Pero qué hacen aquí estos muchachos…?
La algarabía, la indecisión, el cúmulo de cosas raras que estábamos viviendo nos dejaba a todos perplejos e intentábamos situar cada personaje en aquel gélido escenario… Pero faltaban datos. No dábamos crédito. ¿Y los responsables? ¿Por qué no hacen nada? ¿Qué está pasando aquí?
Y por allí andaba ‘El Jefe’, otro jovenzuelo que rondaría los 18 años, sin incomodidad ni sorpresa aparente… ¿Tenéis frío? ¡Pues os jodéis…! Leñe, esté tío está bobo… Los nervios se tensaban como las cuerdas de un violín. Está situación es un esperpento… Nos acercamos a ver si podemos ayudar, a indicar que la gente debiera quitarse la ropa mojada, meterse en los sacos para entrar en calor, tomar algo caliente… Nada, no os preocupéis, si estos ya no se me van a morir… Leñe, que buenas razones esgrime este súper jefe…
¡Que barbaridad!
Desconozco las maquinaciones que envuelven la elección o el nombramiento de estos jefes, o jefecillos, camaradas, lobatos y demás escalafones del grupo. El caso es que cuando todo va bien, no hay ningún problema… Pero cuando la cosa se tuerce, como este caso (y otros muchos que pueden acaecer durante un campamento en este terreno) debiera haber un responsable, mayor de edad si fuera posible, que actuara como se debe (haber tenido la previsión meteorológica para la parte francesa o haber llamado al refugio para preguntar habría estado bien) o que tomara decisiones acertadas (darse la vuelta en el puerto de Bujaruelo, cuando se encontraron con la niebla, habría sido una buena idea, por ejemplo).
De todas las maneras, no entiendo por qué a estos jovenzuelos se los sube, con esos armarios a la espalda, hasta un objetivo como el Monte Perdido. ¡Con la de paseos que se pueden dar en Pirineos! Si soy yo, con mis compañeros de montaña, los que venimos a una cumbre como ésta, no nos falta el equipo de invierno, piolets, crampones, porsiacasos… y una buena dosis de tiempo, formación, preparación física y mental… Y estos scout se quieren presentar allí ataviados con sus gorras, pantaloncitos cortos (muy monos, eso sí), camisetas de tirantes y una dosis de buen humor… O de ignorancia…
En fin. Que no me extraña que las instituciones se sientan muchas veces superadas, que se aprueben leyes, que se exijan monitores titulados, monitores de nivel, especialistas…
Yo, antes de enviar a mi hijo a un campamento, miraré muy mucho dónde, cómo, quién, con quién, etc., etc.
Mientras, y para sumar más piezas de desconcierto al puzle de caos que se había organizado en el refugio, otro grupo de jóvenes scout, mayores que los anteriores, llegó sin saber dónde estaban. Desmembrado, pues una parte de sus compañeros, más fuertes, había subido a la Brecha, en teoría, y había emprendido camino hacia Góriz… ¡Que me muero de frío!, ¡que mis compañeros se han perdido!, ¡ayuda por favor!
¡Vaya jaleo!
Compañeros montañeros que salen a buscarlos entre la niebla y la ventisca, los guardias del refugio se ponen manos a la obra, se llama al 112, al 12 y 3… Dos de las chicas, muertas de frío, sin ropa que ponerse, empapadas, con medio ataque de histeria, llorando…
En un momento hemos pasado de la plúmbica tranquilidad a la desesperada locura cogida con celofán. ¡Un caos!
Al final lo que pudo ser una tragedia se convirtió en anécdota. Dura. Y fresca… Tuvieron suerte…
Al menos cenaron caliente… Y nosotros no íbamos a ser menos…
En la gastronomía montañera, en los refugios, una sopa es un primer plato inevitable, a la par que deseable… Estas sopas admiten de todo y de cualquier género vegetal o animal; lo mismo da legumbres, que carnes, tocinos, verduras… Es un mejunje calentito que nos prepara cuerpo y alma para asentar el estómago y atacar con posterioridad un buen segundo… En este caso, al igual que el día anterior, la sopa tenía tintes marroquíes, con cominos y otras varias especias que le dan un aroma, y un sabor, peculiar.
Pronto a la camita y a esperar que el tiempo mejorara… Era lo que había indicado la previsión meteorológica…
El refugio de Sarradets está construido sobre una plataforma de cemento y hormigón, en un lugar privilegiado que le permite dominar el espectacular circo de Gavarnie. En la zona siempre suele haber nieve, que dura prácticamente todo el año, y es que no debemos olvidar que en esta montaña nieva todos los meses del año, que aún quedan algunos glaciares (desgraciadamente cada vez menos), que estamos prácticamente a 2600 metros de altura, que es el norte del Pirineo… ¡Alta montaña!
Pues efectivamente, según marcaban las previsiones meteorológicas en esta zona del Pirineo francés, la cosa se puso fea… Por la noche estuvo nevando y amaneció un día desapacible a más no poder: temperaturas rondando los cero grados (con sensación térmica que debiera andar sobre los -8, calculo yo), niebla espesa que no te permitía ver más allá de dos-tres metros, fuerte ventisca, nieve o granizo… Vamos, lo justo para salir a andar por estos parajes…
Como consecuencia, decidimos no realizar la etapa prevista y nos quedamos en el refugio.
Se hacen largas las horas en estos lugares y en estas condiciones… Hoy no teníamos bellas vistas, ni marmotas jugueteando, ni aves carroñeras sobrevolando nuestras cabezas, ni tarjetas que gastar haciendo mil fotos… Charlamos sobre unas y otras rutas con los mapas delante, vimos fotografías y revistas con solera, hablamos con gente que subía o bajaba…
Y al mediodía nos sorprendió que entre la espesa niebla fuera llegando una retahíla de jovenzuelos, sin equipo de invierno, adheridos de frío, a la puerta del refugio… ¡Eran los scout que vimos el día anterior!
¡Madre mía! Con la que está cayendo ahí fuera y estos chavales dando tumbos por un lugar como éste… En pantaloncito corto, media bota o deportivos, camiseta de manga corta y un poncho de plástico encima… ¡Con la que está cayendo…!
Entró una monitora con tres muchachas rozando la hipotermia, con las piernas rojas, la cara medio morada, tiritando incontroladamente, mojadas desde la cabeza hasta el dedo gordo del pie… ¿Estamos locos? ¿Pero qué hacen aquí estos muchachos…?
La algarabía, la indecisión, el cúmulo de cosas raras que estábamos viviendo nos dejaba a todos perplejos e intentábamos situar cada personaje en aquel gélido escenario… Pero faltaban datos. No dábamos crédito. ¿Y los responsables? ¿Por qué no hacen nada? ¿Qué está pasando aquí?
Y por allí andaba ‘El Jefe’, otro jovenzuelo que rondaría los 18 años, sin incomodidad ni sorpresa aparente… ¿Tenéis frío? ¡Pues os jodéis…! Leñe, esté tío está bobo… Los nervios se tensaban como las cuerdas de un violín. Está situación es un esperpento… Nos acercamos a ver si podemos ayudar, a indicar que la gente debiera quitarse la ropa mojada, meterse en los sacos para entrar en calor, tomar algo caliente… Nada, no os preocupéis, si estos ya no se me van a morir… Leñe, que buenas razones esgrime este súper jefe…
¡Que barbaridad!
Desconozco las maquinaciones que envuelven la elección o el nombramiento de estos jefes, o jefecillos, camaradas, lobatos y demás escalafones del grupo. El caso es que cuando todo va bien, no hay ningún problema… Pero cuando la cosa se tuerce, como este caso (y otros muchos que pueden acaecer durante un campamento en este terreno) debiera haber un responsable, mayor de edad si fuera posible, que actuara como se debe (haber tenido la previsión meteorológica para la parte francesa o haber llamado al refugio para preguntar habría estado bien) o que tomara decisiones acertadas (darse la vuelta en el puerto de Bujaruelo, cuando se encontraron con la niebla, habría sido una buena idea, por ejemplo).
De todas las maneras, no entiendo por qué a estos jovenzuelos se los sube, con esos armarios a la espalda, hasta un objetivo como el Monte Perdido. ¡Con la de paseos que se pueden dar en Pirineos! Si soy yo, con mis compañeros de montaña, los que venimos a una cumbre como ésta, no nos falta el equipo de invierno, piolets, crampones, porsiacasos… y una buena dosis de tiempo, formación, preparación física y mental… Y estos scout se quieren presentar allí ataviados con sus gorras, pantaloncitos cortos (muy monos, eso sí), camisetas de tirantes y una dosis de buen humor… O de ignorancia…
En fin. Que no me extraña que las instituciones se sientan muchas veces superadas, que se aprueben leyes, que se exijan monitores titulados, monitores de nivel, especialistas…
Yo, antes de enviar a mi hijo a un campamento, miraré muy mucho dónde, cómo, quién, con quién, etc., etc.
Mientras, y para sumar más piezas de desconcierto al puzle de caos que se había organizado en el refugio, otro grupo de jóvenes scout, mayores que los anteriores, llegó sin saber dónde estaban. Desmembrado, pues una parte de sus compañeros, más fuertes, había subido a la Brecha, en teoría, y había emprendido camino hacia Góriz… ¡Que me muero de frío!, ¡que mis compañeros se han perdido!, ¡ayuda por favor!
¡Vaya jaleo!
Compañeros montañeros que salen a buscarlos entre la niebla y la ventisca, los guardias del refugio se ponen manos a la obra, se llama al 112, al 12 y 3… Dos de las chicas, muertas de frío, sin ropa que ponerse, empapadas, con medio ataque de histeria, llorando…
En un momento hemos pasado de la plúmbica tranquilidad a la desesperada locura cogida con celofán. ¡Un caos!
Al final lo que pudo ser una tragedia se convirtió en anécdota. Dura. Y fresca… Tuvieron suerte…
Al menos cenaron caliente… Y nosotros no íbamos a ser menos…
En la gastronomía montañera, en los refugios, una sopa es un primer plato inevitable, a la par que deseable… Estas sopas admiten de todo y de cualquier género vegetal o animal; lo mismo da legumbres, que carnes, tocinos, verduras… Es un mejunje calentito que nos prepara cuerpo y alma para asentar el estómago y atacar con posterioridad un buen segundo… En este caso, al igual que el día anterior, la sopa tenía tintes marroquíes, con cominos y otras varias especias que le dan un aroma, y un sabor, peculiar.
Pronto a la camita y a esperar que el tiempo mejorara… Era lo que había indicado la previsión meteorológica…
"sin ropa de invierno, adheridos de frío"...
ResponderEliminarsupongo qur irian bien pegados los unos a los otros,
madre mia que pais
Pues además no llegaron muy pegados, no; más bien fueron llegando con cuentagotas, en pequeños grupitos, todos desperdigados... Sin saber quién faltaba, los que se habían pasado, los que se habían quedado por el camino... Aquello fue un poco (o un mucho) desastre, la verdad...
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