El club Salandar se mueve, ¡y nada...!
¡Qué bonita es la primavera!
Y más cuando está con estos colores, la vegetación exuberante y crecidita gracias al agua que está cayendo durante estos días y que en invierno estuvimos infructuosamente esperando.
Agua, agua y más agua... ¡Vaya días que llevamos! Y dicen que esta semana viene más…
Este domingo los amigos del club Salandar estuvimos por la sierra. Un grupo se acercó hasta el puerto del Pico y, los chicos de la btt, salimos a dar un paseo con la bici por nuestro monte de Malpartida.
Salimos con la bicicleta desde Peñaranda con la fresca y ya estaban cayendo gotas de agua. Habíamos quedado temprano en la plaza del pueblo porque el paseo de hoy prometía una larga distancia. ¡Y así sería! Por cierto, parece que la ciudad está pudiendo con Gabi y se nos quedó en el spá del gimnasio, ¡ay, ay, ay!
Agua, agua y más agua. Por arriba y por abajo. ¡Que barbaridad!
La ruta, que Carlitos y yo hemos decidido clasificar como de tres barritas y una manzana (y dos pares de botas katiuscas), se hizo durilla. Desde el principio, casi nada más salir de Malpartida, la actividad nos exige subir y subir.
El terreno, que en algunas partes drena bien el agua, nos ofreció zonas húmedas y otras… muy húmedas. Era un día de los de salir bien pertrechados para el agua o de los que las empresas debieran aprovechar para probar el material, ¡a ver si aguanta lo de ayer, je, je,…! El suelo, que ha absorbido ya una cantidad de agua, hace que el camino sea pesado y que la rueda se pegue al suelo como un trozo de hierro a un imán.
En otras ocasiones siempre nos encontramos algún charco que esquivar, pero en esta ocasión la opción era por dónde vadear y que cubriera menos. Los regatos, que en esta época normalmente nos muestran un hilo de agua, y en meses de estío son un ir y venir de peces con cantimplora, ahora parecían el Nilo. ¡Que cantidad de agua, oiga!
Lo pasamos bien, aunque llegamos un poco mojados a los coches.
Los senderistas salandareños, algo más de una veintena, tuvieron que cambiar el itinerario inicialmente previsto, ¡y es que el día estaba muy malito para intentar subir al Torozo! A pie de pista, con el agua y la niebla, se intuía como la cima estaba cubierta de nubes y no se iba a poder disfrutar de la subida, la bajada ni las vistas. Así que se decidió, de forma creo yo acertada, por cambiar el itinerario y bajar por la calzada romana hasta Cuevas del Valle y posteriormente continuar hasta Mombeltrán. Después, ya con el autobús, una opción más o menos turística: visitar las cuevas del Águila en Ramacastañas. Una actividad similar a la que, antaño marras, lleváramos a cabo para iniciar la andadura de nuestro, ya veterano, Club Salandar.
¡A seguir disfrutando!
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