Transmorucha 2025. Hermanitas de la Caridad
En los días previos al inicio de la Transmorucha, con los preparativos alforjeros y bicicleteros en ristre, siempre se nos pone el estómago un poco tembloroso, mas el corazón fiel, ante la ciclópea visión de la interesante aventura que se alza en el horizonte, se acelera.
Jueves, 5 de junio, Portilla de la Reina. 11 de la mañana. Punto de reunión y pistoletazo de salida para los cuatro días sobre la montura que teníamos por delante.
Allá nos encontrábamos los intrépidos cicloturistas, transmoruchos experimentados todos (este año no hubo bautizo). Grandes como molinos quijotescos, en lo físico, minúsculos e insignificantes pedaleantes ante la aventura que teníamos por delante. Sentidos abrazos, emociones a flor de piel. Entre chascarrillos y conversaciones cruzadas, montamos las bolsas de bikepacking y las alforjas en las burras mecánicas, ajustamos tornillos y engrasamos cadenas, y a dar pedales al ritmo de las mariposas… ¡Bueno no!, que antes de empezar la ruta ya nos tocó solucionar la primera avería… Y es que, no lo olvidemos, estamos en la Transmorucha…
Este año, como contáramos otrora, hemos sustituido las habituales tierras salmantinas en las que ciclamos desde 2002 por los dominios del norte de León, Palencia y también nos hemos adentrado por el Parque Nacional de Picos de Europa (León, Asturias y Cantabria). Conocíamos gran parte del terreno de hacer montaña, y teníamos la prospección sobre el mapa preparada (tracks prospección en Wikiloc), pero esperábamos alguna sorpresa...
Este año no hemos sido, como en algunas ediciones, un rebaño de treinta y tantas cabezas de terneros, y hemos echado de menos a muchos becerros moruchos. “Amor y deseo son dos cosas diferentes; que no todo lo que se ama se desea, ni todo lo que se desea se ama”, ya lo decía Miguel de Cervantes Saavedra; y no todo se puede en esta vida... ¡Qué le vamos a hacer…! Al final, nos hemos juntado una docena de almas, forjadas en aventuras similares por kilómetros de senderos agrestes y promesas susurradas compartiendo cervezas. En esta edición no teníamos todos los caminos bajo control, tampoco es que nos fuéramos a encontrar con un infranqueable paso del dragón, pero toda la ruta que habíamos trazado sobre el mapa nos iba a dirigir por bellos caminos, con sus infiernos de rocas o con sus roderas entre praderas, hacia un continuo subir y bajar entre valles y collados a cuál más bonito. ¡Vaya gozada, oiga!
Vaya por delante el comentar que, como siempre, ha sido duro, pero un poquito más… Pero también ha sido bello, muuuuuuuucho más… En el regazo de los valles de montaña por los que hemos ciclado, donde el tiempo se dilata como la sombra de los viejos robles y las jóvenes hayas, la grandeza se viste de humildad haciéndonos empequeñecer y ha permitido deleitarnos con cada inspiración respiratoria o con cada golpe de pedal. Los valles, pliegues verdes de estas tierras, acunan arroyos que cantan su paso entre piedras pulidas y helechos y musgo esmeralda, esos valles con gigantes babosas que descaradamente se reían de nuestro lento transitar. Las cumbres de roca caliza, grisáceas, serenas y altivas, han acariciado nuestras bicis viajeras, y el aire, fresco y puro, ha traído consigo el aroma a vegetación y a tierra mojada, una fragancia de eternidad. En esta edición de la Transmorucha, la belleza grita, y a la vez susurra en cada flor silvestre, en el vuelo pausado del milano y en el eco de un silencio que reconforta el alma. Vaya plenitud; no cabemos de contentos.
También hemos tenido algunas cuestas que han querido mordernos el alma, pero el eco de la voz trasmoruchera, atrapada bajo los peñascos del camino, ha sido el enérgico grito que encendía de nuevo el motor de la bici. Las cuestas ‘Hijas de Puta’ de nuestra Transmorucha tradicional han quedado, como bien diría el bueno de Messie, como ‘Hermanitas de la Caridad’ al lado de estos desniveles. Senderos entre peñas pardas y desgarbadas que, a los ojos de cualquier mortal cuerdo, prometían un camino peñascoso y empinado; muuuuuuuuuy empinado. Ante algunos de estos abruptos desafíos, nos ha tocado poner el pie en tierra en varias ocasiones, pero el grupo no se ha agazapado, dando el do de pecho ante estas empinadas emboscadas. ¡Tremendas subidas! ¡Tremendas bajadas!
Zona de montaña, zona de perfiles con pronunciados dientes de sierra; sendas o pistas que hemos ascendido, más por testarudez que por brío heroico, un pedal tras otro, un resbalón tras otro, bajo la mirada impávida de un tímido sol que, sin saberlo, era testigo de una de las más grandes aventuras del espíritu transmorucho. Algunos tramos han sido un pulso contra el tiempo y la furia de la gravedad (aquí, todo pesa), un recordatorio brutal de que la verdadera victoria no siempre se encuentra en el collado de una montaña, sino en la inquebrantable voluntad de seguir avanzando y no dejar a ningún compañero, o compañera, atrás.
Al final, exhaustos pero unidos, estos hermosos parajes han sido el testigo silencioso de nuestro indomable espíritu y el vínculo inquebrantable que nos convierte en cicloturistas transmoruchos hermanos de sangre.
Mientras en la meseta castellana y leonesa amenazaban con alertas por ‘ola de calor’, temperaturas extraordinarias nos cortejaban por el norte peninsular para acompañar estas bonitas hazañas vividas estos días sobre las bicicletas. Podíamos habernos quedado en casa, cual ermitaños, pero hemos decidido cabalgar estos mecánicos jumentos que, lejos de aliviar las posaderas, nos han sacado el resuello y a la vez nos han recompensado con frescos vientos en la cara y nos han enriquecido el alma. Y es que la verdadera victoria no estaba en la conquista del monte, sino en el no haberse quedado en el sofá, rindiéndose a la sensatez.
Un tremendo placer compartido (tracks en Wikiloc). Las fotos no hacen justicia a la maravilla vivida. Gracias a todas las personas que la hacen posible.
Ya queda menos para la Transmorucha 2026.
¡Muuuuuuuu…!
Menudas máquinas
ResponderEliminarUn buen equipo, unido y disfrutón. Lo demás, va viniendo solo... Gracias.
EliminarUn sueño hecho realidad, cuatro días compartiendo el calor de vuestra compañía y la caricia del viento.
ResponderEliminarA todos os deseo lo mejor y espero volver a veros en la próxima.
Lo que hemos vivido estos días entre el abrazo del reencuentro y el de la despedida es extraordinario.
Cuidarse muuuucho!
Cuatro días magníficos, en efecto... No se puede explicar, la verdad, ¡hay que vivirlo! A cuidarse, y a por la próxima... Muuuuuuchas gracias...!
EliminarBonita aventura!!! Conociéndonos un poquito.... Ya está esa cabeza preparando la próxima edición!
ResponderEliminarMe alegro que hayáis disfrutado
Bonita, muuuuuuuuuy bonita...! En efecto, ya está la edición del 2026 en el horno dando vueltas, je, je... Gracias, Rocío.
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