Salandar y la Alta Francia-Gata en BTT con alforjas



Desde el peñarandino Club Salandar realizamos actividades ‘normales’ o ‘al uso’ para cualquier club de montaña. Pero, desde hace un buen número de años, intentamos poner entre interrogantes a las actividades convencionales y ambicionamos ruborizar a las rutas estereotipadas con otras de tinte más viajero, bohemio y aventurero. Porque no nos gusta aplaudir lo de siempre y, de vez en cuando, intentamos no perder la esencia de la aventura transformándonos en chavales pulsionales que buscan satisfacción, y vaya usted a saber qué más, en enriquecedoras aventuras ‘poco estandarizadas’.




Y este fin de semana hemos tenido la oportunidad de disfrutar de una actividad inédita, dejando atrás durante dos días las pandemias sociales que nos asolan a diario y cortocircuitan nuestras vidas, una ruta de marcado carácter de suficiencia o autonomía, con exigencia suprema física y complicados tramos técnicamente.
Y es que en ocasiones nos parece que para vivir aventuras hay que viajar lejos, a tierras desconocidas, a la Patagonia, al Amazonas, a la Antártida… Pues no… Cerca de casa, en cuanto de desvías de las carreteras y caminos habituales, puedes poner en marcha un viaje de aventura para descubrir nuevos terrenos.



Salandar y la Alta Francia-Gata en BTT con alforjas.
La idea era unir, por los cordales, la sierra de Francia y la sierra de Gata. Viajar en bicicleta todo terreno (BTT) o bicicleta de montaña, con alforjas, en régimen de autosuficiencia, desde El Cabaco hasta Navasfrías (Salamanca). Pero sin abandonar la parte alta de la sierra. Buscando en todo momento la línea imaginaria divisoria entre Extremadura y Castilla y León.
Después de varios meses de preparación, sumado a la experiencia de nuestras rutas (no olvidemos nuestra ya veterana Transmorucha), la eficacia organizativa de Salandar y el apoyo que nos prestan los técnicos y expertos de Tiempo libre B.612, además de la labor de investigación (a través de internet y sobre el terreno), el ser precavidos, escuchar los consejos de otros aventureros, las reuniones mantenidas, etc., nos pusimos en marcha.



La actividad ha sido magnífica, increíble. Nos quedaríamos sin calificativos. Con grandes  momentos de soledad para disfrutar del silencio, del paisaje, fantásticos ratos de hospitalidad de los compañeros, interminables cortafuegos para compartir los tremendos esfuerzos (muchos), asambleas para tomar decisiones comprometidas… y tantas y tantas experiencias en dos días de un grupo humano sumando para conseguir un sueño.



Los números del dispositivo GPS se escriben rápido, pero lo maravilloso ha sido vivirlos (pedaleando sobre el sillín o empujando la BTT en las cuestas de pendiente suprema):

  • Etapa 1: 60 kilómetros, 1711 metros de desnivel positivo y 1558 negativos, para casi 7 horas encima de la bicicleta (o empujándola...).
  • Etapa 2: 68 kilómetros, 1096 metros de desnivel positivo y 1359 negativos, para algo más de 6 horas encima de la bicicleta.






No vamos a realizar aquí un análisis descriptivo de los perifrásticos caminos. Solo decir que esto no es el Camino de Santiago ni un carril bici urbano, las condiciones han sido bastante extremas pero disfrutonas, atravesando lugares de una enorme belleza, con paisajes absorbidos por nubes y vegetación bastante espectaculares. El terruño en esencia: zonas desoladas, casi vírgenes y muy salvajes, pistas descarnadas, terrenos horadados por el agua caída en estos meses, piedras infinitas y de todos los tamaños, subidas y bajadas con pendientes de grado superlativo, cauces que otrora estuvieran secos y estos días parecen el Tormes...
Cierto es que no todas las personas somos iguales, cada uno con su personalidad intenta o no imponer su criterio, unos intentamos llevar las cosas más atadas, otros apuestan por aventura no programada. Pero el grupo humano de esta actividad ha sido de diez. Viviendo y disfrutando una experiencia en cada pedalada, en cada tremenda y rota subida o bajada de cortafuegos, cruzando los ríos, montando el campamento, bajo los pocos rayos de sol o las muchas gotas de la lluvia. Se han dejado de lado todos los prejuicios y se ha atendido al grupo como conjunto, como un solo ente compenetrado para avanzar seguros en la aventura y exprimir el camino donde residía la felicidad. ¡Increíble!




Una ruta no aconsejable para todo el mundo, los ciclo-turistas o excursionistas menos aventureros, y los otros, tendrán suficientes motivos para no intentar repetirla. A nosotros nos ha encantado por lo atípica, por su dureza, nos ha servido para encontrarnos con la naturaleza y a solas con nosotros mismos, con nuestros pensamientos y sentimientos. Hemos tenido muchos momentos para la introspección y la contemplación de la naturaleza en apacible soledad, y en compañía, sin otros sonidos que los silbidos del viento a través del paisaje inquietante de este territorio. Ratos para trabajar en equipo y superar nuestra historia, momentos para compartir emociones, disfrutar de sorpresas y acumular moralejas en nuestras alforjas que bien valen un rato con unas cervezas para compartirlas con quien las quiera escuchar.




Como escuché comentar a Enrique Ortiz de Landázuri Izarduy, Enrique Bunbury, la felicidad es el camino. Pues es lo que hemos vivido, un camino de felicidad, porque lo importante no es la meta, que no es el objetivo en sí, lo importante es cómo y con quién…

Sed felices y practicad deporte.


Comentarios

  1. No sé por qué pero me da la impresión de que la experiencia del primer día ya os dejó "suaves", y el segundo no fue tan "heavy" como, a lo mejor, teníais pensado, je, je... Unas fotos preciosas que hablan bien de la dificultad y un texto muy sentido. Concuerdo totalmente con lo de "la felicidad es el camino donde lo importante no es la meta, sino el cómo y el con quién". Estas "aventuras" son las que te acompañan e inyectan dopamina para los restos... Gracias por compartirla.

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