Transmorucha 2016, mucho más que una aventura (con fotos)

Llega el primer fin de semana de junio y atronan imaginarios trémolos patrióticos, casi guerreros, anunciando la llegada de una nueva edición de la Transmorucha. Ya saben: como ir desde Aldeadávila de la Ribera a Peñaranda de Bracamonte en BTT con alforjas, por caminos, pasando por La Alberca, Malpartida, Alaraz (y otros tantos pueblos de la zona) tomando unas cervezas.
Mucho hemos hablado de esta aventura que nació en 2.002 y ya tiene 15 años, ¡la niña bonita!



Pero la Transmorucha es mucho más…
Hace unos días nos preguntaban en una emisora local de radio que qué era esto de la Transmorucha… Y reposado, en casa, uno piensa, y esto es opinión personal, que en mayor o menor medida estamos rodeados de una enorme cantidad de estímulos sensoriales, de prisas, de información basura y de ruidos sordos, y con la Transmorucha, por ejemplo, conseguimos dejar de lado todo lo que sobra y ocuparnos, por unos días, sólo de lo esencial y verdaderamente importante. Así de complejo. Así de simple. Así de bello.
Puede sonar raro y estrafalario, pero lejos de previsiones maniqueas que pudieran suponerse, como el pedalear y el comer, son días variopintos, en contacto con la naturaleza, con el disfrutar sufriendo, con uno mismo, pensando en tus seres queridos, compartiendo con los amigos unos ratos (kilómetros, charlas, averías, baños, cenas…) llenos de encanto… Todo en las antípodas de esa presión de la sociedad moderna en que vivimos, de la carrera por el éxito, el ring de los teléfonos móviles, el pío pío de los Whatsapp, la contaminación, los problemas que nos buscamos u otros nos imputan...
Nos agrada estar con el hombre, con el amigo que goza con el amigo respetando al otro y su entorno, cara a cara, sin tapujos, libres, respetándonos a nosotros y a nuestros seres queridos, y disfrutar en un estado de felicidad casi infinita y perpetua. Todo ello en continua acción, pedaleando sobre la bici, y absorbidos con la contemplación de la magnánima naturaleza que nos rodea. ¡Vaya parajes visten y calzan a la Transmorucha!





En ocasiones la vida nos ofrece grandes bandejas repletas de  porciones de inanición para el espíritu y nosotros debemos enriquecerlas con nuestra vida en familia y aderezarlas con estímulos físicos y mentales (aquí la Transmorucha marida muy bien), desafiar a nuestra mente, vencernos a nosotros mismos con esas callejas, cuestas, bajadas técnicas, superación personal continua, autonomía sobre las alforjas… Todo contribuye a colmar nuestras, a veces, precarias imaginaciones con estas porciones de magia, folklore, dosis de humildad, erística, caridad, fijación en el entender, apuesta por la verdad, compañerismo, uso de la razón, etc.





Sumado al esfuerzo físico en la acción, mezclado con algún venablo, también mezclamos pensamientos y emociones. Un estilo de vida en toda regla. Toda acción, y la Transmorucha no lo es menos, tiene el potencial de afectar nuestras vidas en muchos niveles. Puede inspirarnos, motivarnos, hacer que continuamente nos acordemos de nuestras familias, nos ayuda a entendernos a nosotros mismos y a los demás,  ampliando nuestro burdo conocimiento de la inagotable naturaleza humana… La Transmorucha no es una teoría… Decimos que vamos, ¡y vamos! Nos anima a buscar lo más alto de las posibilidades humanas, más allá de los límites autoimpuestos por moralismos, envidas y engaños, por el temor, la prisa y el egocentrismo.
¡Vaya cúmulo de grandes cosas!, y es que al final resulta complicado ser inmune a nuestro deseo natural de simplificar la complejidad del ser humano.








Mi admiración, comprensión y aceptación a nuestros queridos familiares, nuestros ángeles de la guarda, a todos los compañeros de ruta y el magnífico entorno o pueblos que nos han rodeado y recibido. Espero que nadie, sobre todo los nuevos transmoruchos, se hayan sentido como peces fuera del agua y que la edición de 2016 los haya llenado y la hayan toreado con solvencia. Porque ahí hemos estado este año más de una treintena de transmoruchos de distintos sexos, probablemente religiones, políticas, edades, apariencias físicas, formas de pensar, trabajos y orígenes socioculturales. Todos representando la quintaesencia del entusiasta que vive y respeta al prójimo, todos multidimensionales o susceptibles de serlo, todos sufriendo, todos sinceros, todos disfrutando. Todos felices.


¡Muuuuuuuuu…!




[Fotosde Lillo, desde este enlace; las de Miguel Manjón, desde éste]

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